A través de la obra de Clown Mazorca, se busca invitar al público a reunirse para contemplar la estupidez de una payasa haciendo el intento por disfrutar de un alimento tradicional. La obra destaca la importancia de este alimento para la salud, nutrición y cultura, en contraste con algunas de las problemáticas que pueden amenazar su cultivo, consumo y preservación. Mazorca rescata la importancia de sembrar local y nativo. Resalta la gran riqueza natural del maíz y el potencial que contiene para la subsistencia cultural de las comunidades que comparten su siembra y consumo.

Jugando entre el clown, la contorsión, el canto y la danza, el personaje de la pieza dibuja la relación actual que existe en la sociedad entre la comida y la naturaleza. De un modo bastante absurdo y humorístico, ella demuestra el impacto negativo que tiene una semilla transgénica en organismo, en contraste con la vitalidad que trae un fruto natural y local, en este caso, el Maíz. Es una invitación a reconocer el poder y la belleza del alimento saludable y pone en evidencia la importancia de plantar árboles, verduras y frutas regionales, nativas y orgánicas.

La obra se sirve del payaso en un intento de tornar irrisorios algunos de los aspectos del sistema de producción de alimentos que -estando lejos de querer nutrir-, destruyen la tierra.  Como es el caso de los inmensos terrenos de bioma amazónico deforestados por causa de los mono-cultivos de semillas transgénicas y potreros para la cría de ganado. La payasería de la pieza es en realidad el reflejo de la preocupación por la soberanía alimentaria en América Latina. Su propósito es resaltar la importancia de la agricultura local y alertar a la populación sobre el peligro de las semillas transgénicas en el cuerpo humano, en la tierra  y en la independencia económica de los pueblos.